Cifrados, Viète y las artes diabólicas

El último desafío matemático, publicado en elpais.com,  que consistía en descifrar un mensaje cifrado, me ha recordado la historia de François Viète y el comienzo de su fama que se ganó por descifrar los mensajes del rey español.

François Viète vivía como hombre en la corte de los reyes de Francia Enrique III y Enrique IV, a quien le debemos la celebre  frase: «París bien vale una misa». A su llegada al trono, Enrique IV lo incluyó entre sus consejeros, pues tenía en gran estima sus conocimientos matemáticos, que había empleado, entre otras cosas, para descifrar los mensajes interceptados que la corte de Felipe II enviaba a los partidarios de la Liga Católica, durante las guerras de religión. Tal fue el buen hacer de Viète que su trabajo se consideró fuera del alcance del intelecto humano. En palabras de Benito Jerónimo Feijoo:

Habiéndose interceptado en Francia, cuando ardían las guerras de la Liga, algunas cartas de España, escritas con caracteres voluntarios, en que se añadía la precaución de variar diferentes alfabetos dentro de una misma carta, lo que parece hacía absolutamente imposible la inteligencia a quien no tuviese la clave, las descifró Francisco Vieta, Matemático insigne, inventor de la Algebra especiosa. Muchos juzgaron esta hazaña, y no sin alguna verisimilitud, superior a toda humana industria, y según refiere Jacobo Augusto Thuano, los Españoles dieron algunas quejas en Roma, de que los Franceses usaban de artes diabólicas para penetrar sus secretos. (Teatro crítico universal)

Viète fue capaz de romper el sistema criptográfico que un compatriota suyo, Blaise de Vigenère, secretario de Enrique III, había establecido como irrompible y que los españoles utilizaban así creyéndolo.

Esta entrada participa en la Edición 2.9 del Carnaval de Matemáticas, cuyo anfitrión es el blog Que no te aburran las M@TES.

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