Papa, ¿por qué nos gustan las mates?

Me pregunta por qué somos del Atleti.. Los matemáticos no somos un raza aparte, ni una profesión a extinguir, aunque el número de alumnos en las facultades de matemáticas sigue decreciendo. Lo curioso resulta que pocos, salvo nosotros, vean extraordinario que una suma infinita converja a un resultado finito. Eso es parte del hecho diferenciador que separa a un matemático de quien cuestiona el arte por la aplicación.

Jean-Baptiste-Joseph Fourier se hizo famoso por sus trabajos sobre la descomposición de funciones periódicas en series trigonométricas convergentes (que más tarde pasarían a llamarse Series de Fourier) para conseguir una teoría matemática de las leyes de propagación del calor. Sin embargo, Fourier menospreció el empeño de Jacobi en dedicar tiempo a cuestiones tan poco productivas (como la teoría de números), y no aplicar su ingenio en problemas de la física-matemática como él había realizado. Jacobi se enteró del comentario y en una carta a un amigo escribió:

…es cierto que el señor Fourier cree que el principal objetivo de las matemáticas es la utilidad pública y la explicación de los fenómenos naturales, pero un filósofo como él debería haber aprendido hace ya mucho tiempo que el único fin de la ciencia es honrar al espíritu humano y que, a este respecto, una cuestión sobre la teoría de números tiene un valor tan grande como una pregunta acerca del funcionamiento del universo.

Quizás los matemáticos pensamos como Descartes, al fin y al cabo las matemáticas son una herramienta para entender mejor el mundo físico:

Consideraría que no sé nada de física si tan sólo fuese capaz de expresar cómo deben ser las cosas, pero fuese incapaz de demostrar que no pueden ser de otra manera. No obstante, habiendo logrado reducir la física a las matemáticas, la demostración es entonces posible, y pienso que puedo realizarla con el reducido alcance de mi conocimiento.

No nos engañemos, la lucha entre l’art pour l’art y la aplicación es el principal factor que introduce a los matemáticos en el ampuloso mundo de los frikis. Pero, ¿no hay en la personalidad de cada científico un leve rasgo de friki?

El científico no estudia la naturaleza porque es útil, sino porque le cautiva, y lo cautiva porque es bella. Si la naturaleza no fuera hermosa, no valdría la pena conocerla, y si no valiera la pena conocer la naturaleza, tampoco valdría la pena vivir. Por supuesto, no me refiero aquí a la belleza que estimula los sentidos, la de las cualidades y las apariencias; no es que la desdeñe, en absoluto, sino que ésta nada tiene que hacer con la ciencia. Me refiero a la belleza más profunda, la que procede del orden armonioso de las partes y que puede captar una inteligencia pura. Henri Poincaré.

 (Con esta entrada participamos en el Primer Carnaval de Matemáticas)