El nacimiento del número (I)

Por Catherine Goldstein.

¿Cómo hicieron su aparición los números abstractos en los textos escritos? Por paradójico que pueda parecer, sólo hay que remontarse a los treinta últimos años para descubrir su génesis.

En los años 1960, las excavaciones francesas de Susa (Irán actual) sacaron a la luz unas esferas y unas tablillas de arcilla cubiertas de signos. Se habían encontrado ya en todo el Oriente Próximo, pero en Susa, su disposición en estratos sucesivos, bien delimitados, permitía estudiar por primera vez su evolución a partir de finales del cuarto milenio antes de nuestra era. Actualmente, estos signos se interpretan como precursores de la escritura, gracias a las investigaciones fundamentales del arqueólogo Pierre Amiet (por entones conservador-jefe de antigüedades orientales del Museo del Louvre). Algunas hipótesis, contestadas aunque estimulantes, de la arqueóloga norteamericana Denise Schmandt-Besserat sobre la naturaleza exacta de estos signos, y el renacimiento de los estudios sobre las matemáticas mesopotámicas en los años 1980, gracias a los esfuerzos conjuntos de asiriólogos y de historiadores de las ciencias, permiten ahora efectuar un análisis convincente de la aparición progresiva del número «abstracto»  en los textos escritos. Al menos en lo que se refiere a las civilizaciones (Sumer, Elam) que florecieron más de tres mil años antes de nuestra era en los territorios de Irán e Irak actuales y que utilizaron para la escritura un soporte sorprendentemente duradero: la arcilla.

Al principio se empleaban unas «burbujas», en realidad unas bolas huecas, y unas fichas de arcilla. En el período más antiguo, las bolas contenían unas fichas pequeñas (fig.1), las cuales, con sus tamaños y formas variadas, representaban diversas cantidades de bienes (corderos, medidas de aceite o de trigo). Sin duda, las bolas eran una especie de registros primitivos de contabilidad; en su superficie llevan el sello del propietario o del controlador, o bien el de las partes contratantes. Se supone que se rompían para verificar su contenido. En una etapa posterior, seguramente para permitir controles intermedios sin tener que romper la esfera, las fichas estaban hundidas en la arcilla de la bola antes de ser encerradas en el interior. Por tanto, en esta fase hay unos signos exteriores a modo de duplicados de pequeños objetos representativos.